Los humanos no estamos hechos para estar despiertos después de medianoche, advierten científicos
Un nuevo estudio sugiere que cuando los humanos están despiertos después de la medianoche, los cambios neurofisiológicos en el cerebro conducen a resultados más negativos.
2022-08-18
Al final del día, en mitad de la noche, para muchos el mundo puede parecer un lugar oscuro, donde el flujo de pensamientos parece no acabar y, en casos más extremos, las cosas parecen desmoronarse cuando se pone la cabeza en la almohada. No por nada, justo en estos momentos, las emociones negativas tienden a llamar más la atención que las positivas, las ideas peligrosas aumentan su atractivo y las inhibiciones desaparecen: entre otras, a muchas personas se les antoja placeres culpables, como un cigarrillo o una comida rica en carbohidratos. ¿Suena familiar?
Hipótesis de "la mente después de la medianoche"
En relación con el fenómeno, investigadores de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Pensilvania han publicado una nueva hipótesis, que han denominado "la mente después de la medianoche", la cual sugiere que se producen cambios en el cerebro cuando las personas están despiertas durante la noche biológica circadiana, que es, para la mayoría de las personas, después de la medianoche.
En específico, los científicos aseguran que permanecer despierto hasta altas horas de la noche puede producir cambios neurofisiológicos en el cerebro que alteran la forma en que interactuamos con el mundo, especialmente las acciones relacionadas con el control de los impulsos (incluidas las asociadas a comportamientos adictivos como el abuso de sustancias y el juego), el procesamiento de la recompensa y el procesamiento de la información, todo sin pensar plenamente en las consecuencias, según un comunicado del Hospital General de Massachusetts.
Privación de sueño y vigilia
De acuerdo con la investigación, que se detalla en un artículo publicado recientemente en la revista Frontiers in Network Physiology, ya era un hecho conocido que la pérdida de sueño, o la privación de sueño que implica la vigilia nocturna, conducía a una desregulación cognitiva y del comportamiento y del funcionamiento de nuestro cerebro el otro día. Sin embargo, hallazgos recientes revelan que se producen cambios en la cognición y el comportamiento cuando el individuo permanece despierto a medianoche.
Evolución y comportamientos de riesgo
Desde un punto de vista evolutivo, esto tiene sentido. Los seres humanos son mucho más eficaces para cazar y recolectar a la luz del día, y aunque la noche es ideal para el descanso, los seres humanos corrían antes un mayor riesgo de ser cazados, informa Science Alert.
"La idea básica es que, desde un punto de vista evolutivo global de alto nivel, el reloj biológico circadiano interno está sintonizado con procesos que promueven el sueño, no la vigilia, después de la medianoche", dice la doctora Elizabeth B. Klerman, investigadora del Departamento de Neurología del Hospital General de Massachusetts, profesora de Neurología de la Facultad de Medicina de Harvard y autora principal del trabajo.
Según los investigadores, para hacer frente a este mayor riesgo de ser cazados en la noche, nuestra atención a los estímulos negativos es inusualmente mayor a estas horas. Mientras que antes nos ayudaba a saltar ante amenazas invisibles, esta hiperconcentración en lo negativo puede alimentar un sistema de recompensa/motivación alterado, haciendo que una persona sea especialmente propensa a los comportamientos de riesgo.
En resumen, Klerman asegura que la influencia del ritmo circadiano en las actividades cerebrales cambia a lo largo de 24 horas, lo que afecta a la forma en que procesamos nuestras experiencias y respondemos al mundo exterior.
Básicamente, llegamos a responder de forma más positiva durante el día que por la noche debido a que la influencia circadiana alcanza su punto máximo por la mañana y su punto más bajo por la noche. Además, dice Klerman, nuestro cuerpo produce más dopamina por la noche, lo que puede cambiar nuestro sistema de recompensa y motivación que podría hacernos incurrir en comportamientos de riesgo.
Mayores estudios podrían ayudar a personas vulnerables
Klerman describe la hipótesis como un llamamiento a los investigadores para que realicen nuevos estudios que permitan comprender mejor cómo estas diferencias circadianas afectan al comportamiento. De este modo, se podrían identificar estrategias que ayuden a las personas a sobrellevar la situación.
Por este motivo, para reforzar su punto de vista, los autores del estudio presentan dos ejemplos. Uno es el de un adicto a la heroína que es mejor para frenar sus ansias durante el día, pero que no puede evitar rendirse a ellas por la noche. El otro es el de un estudiante universitario que sufre de insomnio y que empieza a sentirse solo y desesperado a medida que se prolonga su estado.
Ambas situaciones pueden acabar siendo fatales. Y es que, de acuerdo el estudio, la noche está asociada con un aumento de los comportamientos impulsivos, como el suicidio o las autolesiones, los delitos violentos, el consumo de alcohol u otras sustancias y la ingesta de alimentos.
Por ejemplo, la investigación se apoyó en un estudio realizado en 2016 que reveló que el riesgo de suicidio era tres veces mayor entre la medianoche y las 6 de la mañana que en cualquier otro momento del día. Además, otro estudio realizado en 2020 concluyó que la vigilia nocturna es un factor de riesgo de suicidio, "posiblemente por desajuste de los ritmos circadianos".
"El suicidio, antes inconcebible, surge como un escape de la soledad y el dolor, y, antes de que se consideren los costes del suicidio, el estudiante ha adquirido los medios y está preparado para actuar en un momento en el que nadie está despierto para detenerlo", explican los autores de la hipótesis "Mente después de la medianoche".
Solo una hipótesis
A pesar de lo interesante del nuevo estudio, siguen haciendo falta más pruebas y estudios. Después de todo, es fundamental tener en cuenta que "la mente después de la medianoche" sigue siendo una hipótesis. Es por esto que los mismos investigadores como Klerman y sus colegas creen que hay que investigar más estos factores para asegurarse de que estamos protegiendo a los que corren más riesgo por la vigilia nocturna.