El Atlético de Madrid se la pega en el Wanda ante el Levante
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El Atlético de Madrid se la pega en el Wanda ante el Levante


Los de Simeone fueron incapaces de tirar a porterí­a y se complican la vida en la pelea por la Champions

2022-02-16

En sus 23 partidos precedentes en esta temporada de LaLiga Santander, el Levante sólo había ganado un partido, ninguno como visitante, hasta este miércoles, cuando llegó, presionó, ganó y recuperó la fe en el Wanda Metropolitano, escenario de otro despropósito tremendo del Atlético de Madrid.

Porque el Atlético no jugó a nada. En ningún momento ni en ningún lado. No propuso ninguna de las condiciones mínimas para ganar un partido en Primera División. Ni fútbol ni ocasiones -no tuvo ninguna contra el último de la clasificación- ni intensidad ni presión ni contundencia ni convicción ni nada de lo que siempre tuvo con el técnico argentino.

Sobrevivió lo que sobrevivió, hasta el minuto 54, gracias a una parada de Oblak, que resurgió en un momento crítico del equipo. ¿Quién sabe qué podría haber ocurrido de haber marcado el gol Jorge de Frutos en el minuto 21? Porque, entre tanta épica de las últimas jornadas, entre su disparate defensivo ante el Getafe, el Barcelona o el Valencia, entre la rutilante plantilla que preparó para competir por todo, aunque hoy sea incapaz de aspirar a nada, la realidad del Atlético es caótica.

Lo pone en evidencia con una constancia alarmante no sólo en las últimas citas, sino desde mucho, mucho antes, sin una sola coartada, descubierto en cuanto un rival, cualquier rival, propone un mecanismo tan clásico -y tan complejo de hacer con precisión- como la presión en el campo contrario. Lo hizo el Levante.

Ni Savic ni Giménez ni Reinildo ni Koke ni Kondogbia ni de Paul (el argentino bordeó la segunda amarilla antes del descanso)... Nadie salvo Lemar (o Joao Félix, relegado a la suplencia, o Antoine Griezmann, de baja los últimos siete encuentros consecutivos por una recaída) parece entender la destreza de la salida del balón ante el acecho de uno, dos o tres adversarios.

Pero es que el Atlético tampoca presiona a su rival. En su admirada defensa del pasado, en su intensidad, rendimiento y fiabilidad de los nueve años y medios de era Simeone previos al depresivo momento actual, en sus ocho títulos, la presión era una ruta indivisible del éxito. Una comparación que sólo puede generar melancolía, tal y como está en la actualidad.

Lo ha sufrido ya tantas veces el Atlético en esta campaña, sea cual sea el oponente, que está claro que es un problema propio, tan ruidoso como el grito de Melero cuando marcó el 0-1 para el Levante en el minuto 54 del duelo.

El gol retrató al Atlético. A toda su defensa. Y a Reinildo, que no se enteró ni por dónde le venía el pase ni su rival. Cuando reaccionó ya no tenía ninguna opción de impedir lo que, por otra parte, se veía venir: el gol del Levante, nada extraño tal y como había sido el duelo hasta ese instante.

Ni siquiera lo habría sido el 0-2 cuando De Frutos conectó un derechazo que sólo pudo repeler Oblak, este miércoles el único a la altura de lo que se está jugando el equipo rojiblanco, que después dio recorrido a Joao Félix y Luis Suárez, pero no es un problema individual, sino colectivo. El equipo que siempre proclamó Simeone hoy no existe.

Tampoco habría existido si el gol de Correa, anulado por falta de Giménez, hubiera valido o si el cabezazo final de Oblak hubiera tomado portería.

El Atlético de Madrid se la pega en el Wanda ante el Levante