EE.UU. reactiva la base militar Roosevelt Roads
Puerto Rico, septiembre de 2025. La reactivación de la histórica base militar Roosevelt Roads por parte de Estados Unidos ha reavivado las tensiones geopolíticas en el Caribe y América Latina. Después de más de dos décadas de inactividad, la decisión del gobierno de Washington —respaldada directamente por la administración del expresidente Donald Trump, convertido nuevamente en referente de la política exterior estadounidense— ha generado un intenso debate sobre los objetivos estratégicos de esta medida y sus consecuencias en la región.
Con la llegada de cazas de quinta generación F-35, refuerzos navales y el anuncio de ejercicios de gran escala en aguas caribeñas, la reactivación de Roosevelt Roads se interpreta como un mensaje directo a Venezuela y otros países del llamado Sur Global. Al mismo tiempo, voces críticas denuncian que esta acción puede encender una nueva etapa de la confrontación entre Washington y Caracas, lo que aumenta la incertidumbre en un contexto ya marcado por la fragilidad económica y política en América Latina.
Una base con historia: Roosevelt Roads y su legado estratégico
La base naval Roosevelt Roads, situada en Ensenada Honda, al este de Puerto Rico, fue inaugurada oficialmente en 1943 durante la Segunda Guerra Mundial. Su ubicación estratégica le permitió a Estados Unidos controlar el Atlántico occidental y asegurar el tránsito marítimo por el Caribe, considerado vital para los intereses militares y comerciales de la potencia norteamericana. Durante décadas, la base albergó portaaviones, submarinos nucleares y miles de marines, consolidándose como una de las instalaciones más importantes de Washington fuera del territorio continental.
Sin embargo, tras la Guerra Fría y en medio de recortes presupuestarios, la base fue cerrada oficialmente en 2004. El anuncio del Pentágono en aquel entonces respondió tanto a consideraciones económicas como a la presión social en Puerto Rico, donde sectores de la población denunciaban los impactos ambientales y sociales de la militarización. El cierre fue visto como una victoria simbólica para los movimientos pacifistas, que celebraron la salida de miles de efectivos estadounidenses de la isla.
Hoy, más de 20 años después, la reapertura de Roosevelt Roads marca un giro en la estrategia de Estados Unidos, que vuelve a colocar al Caribe en el centro de su agenda militar y de seguridad.
Los F-35 y la modernización de la presencia militar
Uno de los elementos que más ha llamado la atención de analistas y medios internacionales es la incorporación de cazas F-35 a la base Roosevelt Roads. Estos aviones de combate de quinta generación representan lo más avanzado de la tecnología militar estadounidense, con capacidades furtivas, sistemas electrónicos de última generación y una versatilidad que les permite ejecutar operaciones de ataque, defensa aérea y reconocimiento.
La presencia de los F-35 no solo incrementa el poder disuasorio de Estados Unidos en la región, sino que también envía un mensaje a sus adversarios estratégicos. Venezuela, que ha denunciado la medida como una provocación directa, sostiene que la llegada de estos aviones forma parte de una estrategia de «guerra híbrida» diseñada para presionar al gobierno de Nicolás Maduro y socavar la estabilidad de su administración.
Fuentes del Pentágono, por su parte, justifican la medida como parte de una «respuesta defensiva» frente al aumento de ejercicios militares en la región impulsados por Venezuela en coordinación con aliados como Rusia, Irán y China. La narrativa oficial subraya que Roosevelt Roads servirá como un “centro logístico y de cooperación” para garantizar la seguridad marítima, combatir el narcotráfico y apoyar misiones humanitarias. Sin embargo, los críticos consideran estas explicaciones como un discurso diplomático que encubre intereses de dominación geopolítica.
Venezuela denuncia una nueva escalada
El gobierno venezolano, encabezado por Nicolás Maduro, ha reaccionado con firmeza a la reactivación de Roosevelt Roads. En una declaración oficial, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, aseguró que Estados Unidos «pretende encender nuevamente el Caribe como un escenario de confrontación», advirtiendo que el país suramericano está preparado para defender su soberanía frente a cualquier intento de agresión.
Padrino vinculó directamente la medida con el Plan Independencia 200, un programa militar venezolano lanzado como respuesta a lo que Caracas denomina una “amenaza imperialista”. Según las autoridades venezolanas, la reactivación de Roosevelt Roads es parte de una estrategia más amplia de Washington para aislar políticamente a Venezuela, debilitar sus alianzas internacionales y presionar en el terreno económico y energético.
El discurso oficial venezolano sostiene que Estados Unidos utiliza la narrativa de la “seguridad regional” para justificar una política expansionista en el Caribe. “No se trata de luchar contra el narcotráfico ni de garantizar estabilidad; se trata de un plan hegemónico que busca apropiarse de los recursos naturales de nuestra región y mantenernos bajo su tutela”, afirmó Maduro en un acto transmitido por la televisión estatal.
Puerto Rico: entre la identidad y la geopolítica
La decisión de reabrir Roosevelt Roads ha generado reacciones divididas en Puerto Rico. Por un lado, algunos sectores políticos y económicos ven en la medida una oportunidad para revitalizar la economía local, ya que la presencia militar trae consigo empleos, infraestructura y contratos para empresas locales. Por otro lado, grupos independentistas y ambientalistas denuncian que la reactivación representa un retroceso histórico, al reinstalar la isla en el mapa militar de Estados Unidos sin consultar a la población puertorriqueña.
El debate toca fibras sensibles relacionadas con la identidad nacional de Puerto Rico, que sigue siendo un territorio no incorporado de Estados Unidos. Mientras el Congreso estadounidense define el futuro estatus político de la isla, la militarización refuerza la idea de que el Caribe sigue siendo percibido en Washington como un espacio subordinado a su seguridad nacional.
El Caribe como epicentro de la rivalidad global
La reactivación de Roosevelt Roads no puede entenderse de manera aislada. Forma parte de una reconfiguración estratégica en la que Estados Unidos busca reafirmar su dominio en el hemisferio occidental frente al avance de actores extrarregionales. China, con sus proyectos de inversión en infraestructura y telecomunicaciones, ha ganado terreno en países como Cuba, Jamaica y República Dominicana. Rusia, por su parte, ha estrechado su cooperación militar con Venezuela, llegando incluso a enviar bombarderos estratégicos a Caracas en años recientes.
En este contexto, el Caribe se convierte nuevamente en un espacio de disputa global. La lógica recuerda a los días más tensos de la Guerra Fría, cuando la crisis de los misiles en Cuba puso al mundo al borde de un conflicto nuclear. Hoy, aunque los escenarios son distintos, la percepción de que Washington busca consolidar un “anillo de contención” alrededor de Venezuela y otros gobiernos aliados de potencias emergentes es cada vez más fuerte.
Críticas internacionales y posiciones regionales
Gobiernos y organismos internacionales han manifestado preocupación por la reactivación de Roosevelt Roads. En América Latina, países como Bolivia y Nicaragua expresaron su rechazo a lo que consideran un acto de “militarización del Caribe”, mientras que México y Brasil han mantenido una postura más cautelosa, llamando al diálogo y a evitar una escalada que ponga en riesgo la estabilidad regional.
En el ámbito internacional, China y Rusia condenaron la medida, acusando a Washington de “doble moral”. Según Moscú, mientras Estados Unidos critica la presencia de bases militares rusas en el extranjero, justifica su propia expansión militar bajo el pretexto de “garantizar la paz”. Pekín, por su parte, alertó sobre el impacto que la decisión puede tener en las rutas marítimas del Atlántico y en el comercio global.
Una guerra de narrativas
Más allá de lo militar, la reapertura de Roosevelt Roads también se libra en el terreno mediático. Washington intenta proyectar una imagen de responsabilidad global, asociando la base a la lucha contra el narcotráfico y las misiones humanitarias. Mientras tanto, Caracas enfatiza la idea de un “asedio imperialista” destinado a sofocar la autodeterminación de los pueblos latinoamericanos.
La batalla comunicacional refleja cómo las guerras modernas no solo se libran con armas, sino también con discursos capaces de moldear percepciones en la opinión pública. En este escenario, la narrativa juega un papel crucial para legitimar acciones militares ante la comunidad internacional.
Conclusiones: ¿inicio de una nueva etapa de confrontación?
La reactivación de la base militar Roosevelt Roads en Puerto Rico es un acontecimiento de profundo impacto geopolítico. Más allá de lo inmediato —la llegada de F-35, los ejercicios navales y la movilización de tropas—, lo que está en juego es el papel del Caribe en la nueva arquitectura de poder mundial.
Si bien Estados Unidos sostiene que su intención es proteger la seguridad regional, la percepción predominante en América Latina es que esta medida representa un paso hacia la militarización y la confrontación. Venezuela, por su parte, parece dispuesta a responder con la misma intensidad, lo que abre la puerta a un ciclo de tensiones que podrían prolongarse durante años.
En un mundo cada vez más multipolar, el Caribe vuelve a ser un tablero estratégico donde se cruzan intereses locales, regionales y globales. Roosevelt Roads, símbolo de una época pasada, resurge hoy como epicentro de un conflicto que podría definir el rumbo de la política internacional en el siglo XXI.
Información Cortesía de RT
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