Rivalidad al rojo vivo: operativos contra el narcomenudeo destapan la guerra entre la Mara Salvatrucha y los “Caradura”
Los allanamientos de ayer en distintos puntos de la capital confirmaron lo que los barrios ya venían susurrando: dos estructuras compiten con violencia por el control de las “plazas” del narcomenudeo.
Los operativos de la jornada de ayer (7 de septiembre) en la Ciudad de Guatemala dejaron como saldo capturas, decomisos y pistas sobre la disputa abierta entre la Mara Salvatrucha y la banda conocida como “Caradura”. De acuerdo con reportes oficiales, los allanamientos se concentraron en colonias de las zonas 6, 18 y 21 y forman parte de un despliegue que continuó este lunes con acciones adicionales. La lectura de fondo es clara: el narcomenudeo sigue siendo la caja chica de estructuras que se reagrupan, marcan territorio y empujan a los vecinos a vivir entre el miedo y la resignación.Claves del día
- Operativos focalizados en colonias con historial de “puntos” de venta y bodegas.
- Confirmación de la rivalidad entre clicas de la MS y el grupo “Caradura”.
- Impacto directo en barrios: toques de queda informales, comercios que cierran temprano y jóvenes reclutados.
- Autoridades refuerzan acciones y hablan de estrategia sostenida; expertos piden prevención y control penitenciario.
Los operativos de ayer: foco en “puntos” y enlaces logísticos
Desde la madrugada del domingo, equipos de la Policía Nacional Civil (PNC) y del Ministerio Público (MP) desplegaron diligencias en sectores catalogados como “calientes” por la venta al menudeo. Los cateos apuntaron a puntos de expendio, inmuebles usados como bodegas pequeñas y casas donde, de acuerdo con las pesquisas, se coordinaba la entrega de dosis. Voceros policiales confirmaron capturas y la incautación de evidencia (drogas en presentación para menudeo, teléfonos y libretas de cobros).
Los reportes oficiales subrayan que esta ofensiva no es un hecho aislado. El domingo se ejecutaron las primeras acciones y este lunes continuaron con un “megaoperativo” que incluyó más capturas por casos vinculados a pandillas y hechos recientes de violencia. El mensaje institucional es que el Estado busca “despresurizar” zonas con presencia de estructuras dedicadas al narcomenudeo y a delitos conexos.
La disputa: Salvatrucha vs. “Caradura” por las plazas
La Mara Salvatrucha mantiene presencia histórica en la capital a través de clicas que operan con jerarquías propias. En los últimos años, sin embargo, emergió la banda conocida como “Caradura”, señalada por autoridades y fuentes de investigación como un grupo con alta capacidad de violencia y con ambición por desplazar a competidores en colonias estratégicas. En la práctica, la disputa se traduce en ataques selectivos, amenazas a vendedores rivales y movimientos de “chequeos” para vigilar cuadras específicas.
De acuerdo con funcionarios del área de seguridad, el repunte de incidentes violentos y ataques recientes tiene relación directa con los reacomodos internos de estas estructuras: cuando se arresta a un “jefe de plaza” o se decomisa mercadería, otro eslabón sube para cubrir el vacío y, con frecuencia, lo hace marcando territorio a través de hechos de alto impacto.
Narcomenudeo: cómo se reparte el negocio
El narcomenudeo funciona como una economía paralela que combina microdistribución y microextorsión. No mueve grandes toneladas, pero sí efectivo constante. La cadena arranca con proveedores y acopiadores, sigue con enlaces que fraccionan y abastecen a barrios, y culmina en vendedores callejeros —muchos de ellos adolescentes— que reciben comisiones o “pago” en especie.
En la ciudad, los llamados “puntos” están a menudo encubiertos en pequeños comercios, esquinas vigiladas o domicilios que sirven como ventanillas. Los “chequeos” rotan turnos para detectar extraños, y las libretas de cobro registran quién vende, cuánto vende y a quién se rinde cuentas. Este circuito sostiene a las pandillas con flujo diario de efectivo y, por eso, cada cuadra se vuelve una plaza disputada.
Impacto en barrios: miedo, cierres y toques de queda informales
La disputa por el menudeo repercute de manera directa en la vida cotidiana. Comerciantes que bajan cortinas antes del anochecer, vecinos que reorganizan rutas para evitar cruces peligrosos, y familias que limitan salidas nocturnas. En algunas colonias se han reportado “avisos” no oficiales: recomendaciones de no circular a ciertas horas por calles específicas debido a “movimientos”. Esa incertidumbre erosiona la confianza comunitaria y complica cualquier esfuerzo de organización vecinal.
El costo social se eleva cuando jóvenes sin alternativas laborales o educativas entran al radar de reclutamiento. El enganche suele combinar incentivo económico rápido con identidad de grupo: apodos, símbolos y pertenencia. El resultado más común es una trayectoria corta marcada por detenciones, lesiones o muertes prematuras.
Voces oficiales: más operativos, ¿y qué más?
Las autoridades sostienen que los operativos de este fin de semana son parte de una estrategia sostenida para golpear finanzas y logística de pandillas. El Ministerio de Gobernación ha insistido en que no retrocederá frente a las maras y que reforzará acciones coordinadas con la PNC y el MP. Paralelamente, instancias oficiales han señalado que se mantendrán traslados y controles penitenciarios para reducir la comunicación de líderes desde prisión.
“No vamos a dar un paso atrás frente a las estructuras que intentan someter a los barrios. Los operativos continuarán y se ampliarán”, señaló una fuente del área de seguridad.
Analistas, por su parte, coinciden en que los golpes policiales son necesarios, pero insuficientes sin componentes de prevención, empleo juvenil, recuperación del espacio público y fortalecimiento del control penitenciario. La experiencia regional muestra que, si solo se capturan eslabones, las redes tienden a recomponerse en semanas.
Cómo operan las “plazas”: del WhatsApp a la esquina
La logística del menudeo hoy mezcla calle y mensajería. Los pedidos se coordinan con mensajes efímeros; los cobros, con fotos de depósitos o efectivo. Los repartos usan motos y rutas cortas con “cajas” discretas. Cada “punto” tiene reglas: horarios, señales y sanciones. La plaza se defiende con vigilancia y —cuando hay choque— con violencia. En ese tablero, MS y “Caradura” apuestan por consolidar corredores que conectan colonias de alta demanda con microbodegas en zonas cercanas.
Lo que pasa en la cuadra
Si uno mira la calle sin filtros, la lógica es cruda: quien controla la esquina controla la billetera. Y en barrios donde el Estado llega tarde, las pandillas llegan primero con “oportunidades” que suenan tentadoras: efectivo al día, respeto en la cuadra y cierta “seguridad” para los tuyos. Lo que no cuentan en la convocatoria es el costo real: vivir mirando por encima del hombro, endeudarse con los de arriba y saber que cualquier rival puede convertirte en objetivo.
Para la mayoría de los chavos, la pregunta no es si el riesgo existe, sino cuánto están dispuestos a asumir. En ese dilema, los operativos mandan una señal —hay límites—, pero la salida sostenible exige otra cosa: becas, trabajo, espacios de cultura y deporte, tutores, redes de apoyo. Lo que se juega en la cuadra no solo es seguridad: es futuro.
¿Y ahora qué? Tres frentes para romper el ciclo
- Presión sostenida y focalizada. Operativos con inteligencia previa, seguimiento financiero y prioridades claras: cortar mandos medios que gestionan plazas y cobros.
- Control penitenciario real. Traslados, bloqueos de señal, celdas seguras y auditorías permanentes para limitar la capacidad de mando desde prisión.
- Prevención y reinserción. Programas de empleo y estudio con incentivos medibles, intervención de calle con mediadores y recuperación de espacios públicos en colonias con mayor riesgo.
Cierre: una ciudad entre la resistencia y la esperanza
Los operativos de ayer confirmaron lo que el vecindario ya sabía: dos estructuras disputan a codazos las plazas del narcomenudeo. La violencia no es un accidente, es una estrategia. Pero también quedó claro que hay ventanas para empujar en otra dirección: coordinación institucional, foco en mandos medios, y una red de prevención que compita —en serio— por la mente y el tiempo de los jóvenes. No es simple ni rápido, pero cada día sin esa mezcla es un día que la cuadra le regala al miedo.