La DEA alertó sobre la incautación de nitazeno, un opioide sintético hasta 100 veces más potente que el fentanilo.
La Administración de Control de Drogas de EE UU (DEA) ha lanzado una alerta nacional tras la incautación de un nuevo opioide letal que, según los especialistas, es hasta 100 veces más fuerte que el fentanilo. El hallazgo, realizado en el estado de Nueva York, marca un preocupante capítulo en la creciente crisis de drogas sintéticas que azota al país norteamericano.
Un hallazgo que enciende las alarmas
La sustancia identificada pertenece a la familia de las nitazinas, opioides sintéticos de altísima potencia que, según la DEA, son tan peligrosos que ni siquiera la naloxona —medicamento comercializado como Narcan y utilizado en casos de sobredosis— logra revertir eficazmente sus efectos. Esto significa que, en caso de intoxicación, las posibilidades de sobrevivir se reducen drásticamente.
El descubrimiento se produjo durante una redada en Hicksville, en Long Island, donde las autoridades confiscaron varias pastillas falsificadas de oxicodona que en realidad contenían nitazeno. El operativo no solo reveló la presencia de esta droga mortal, sino que también expuso la magnitud del arsenal encontrado: explosivos, cocaína, metanfetamina y grandes cantidades de fentanilo.
La amenaza de los opioides sintéticos
Los opioides sintéticos representan uno de los problemas más graves de salud pública en EE UU. En los últimos años, el fentanilo se convirtió en el principal responsable de muertes por sobredosis en el país. Sin embargo, la aparición del nitazeno, con un poder hasta 100 veces superior, eleva el riesgo a niveles sin precedentes.
Según datos oficiales, las muertes por opioides en EE UU superan ya las 100.000 al año. La irrupción del nitazeno podría disparar esas cifras si la distribución no se controla a tiempo. Lo más preocupante es que las pastillas incautadas tienen la apariencia de medicamentos legítimos, lo que engaña fácilmente a los consumidores.
Un nuevo nivel de riesgo para los consumidores
El agente especial de la DEA, Frank Tarentino, fue contundente en sus declaraciones: Esto es lo que está matando a la gente. Es más potente que el fentanilo y puede causar las muertes por sobredosis que estamos viendo en todo Estados Unidos
. Su advertencia refleja la gravedad del escenario actual, en el que miles de ciudadanos consumen sin saber la verdadera composición de lo que compran.
El hecho de que las nitazinas puedan pasar por oxicodona o medicamentos similares complica aún más el panorama. No se trata solo de consumo recreativo: muchos pacientes que buscan paliar el dolor podrían caer en la trampa de estas pastillas adulteradas, con consecuencias fatales.
La ruta del narcotráfico
Las autoridades creen que el nitazeno no se produce de manera local, sino que es introducido en el país a través de redes internacionales de narcotráfico. Este patrón es similar al observado con el fentanilo, cuyos precursores químicos provienen mayoritariamente de laboratorios en Asia y son enviados a Norteamérica para su procesamiento y venta.
El caso de Hicksville muestra cómo estas sustancias terminan en comunidades residenciales comunes, lo que refuerza la idea de que nadie está exento del riesgo. La mezcla de drogas sintéticas con armas y explosivos incautados también sugiere la conexión con organizaciones criminales de gran alcance.
El fracaso de la lucha contra las drogas
La aparición de un opioide tan letal ha reabierto el debate sobre la eficacia de la llamada “guerra contra las drogas” en Estados Unidos. Pese a décadas de políticas represivas y billones de dólares invertidos, la crisis de opioides continúa en ascenso. Para algunos analistas, el problema no se resolverá únicamente con redadas y detenciones, sino con un enfoque más integral que incluya educación, prevención y tratamientos accesibles.
De hecho, en varias comunidades ya se está impulsando la distribución de tiras reactivas para detectar fentanilo en drogas callejeras. Sin embargo, con el nitazeno, esa estrategia podría quedarse corta si no se desarrollan nuevos métodos de detección y respuesta médica más eficaces.
Impacto social y sanitario
El impacto de los opioides sintéticos trasciende la salud pública y afecta directamente al tejido social. Familias enteras se han visto devastadas por la pérdida de seres queridos, mientras que los sistemas de salud y justicia enfrentan una presión cada vez mayor. Los hospitales deben atender un número creciente de emergencias por sobredosis, mientras que las cárceles reciben a personas vinculadas al tráfico o al consumo de estas drogas.
La irrupción del nitazeno también plantea un riesgo para profesionales de la salud, fuerzas del orden y socorristas, quienes podrían estar expuestos accidentalmente a la sustancia durante operativos o tratamientos de urgencia. Al ser tan potente, incluso un contacto mínimo podría resultar peligroso.
Una crisis en evolución
Expertos advierten que lo ocurrido en Nueva York podría repetirse en otros estados. La experiencia con el fentanilo muestra que, una vez detectado en una región, su propagación a nivel nacional ocurre rápidamente. Por ello, la DEA está emitiendo advertencias a escala federal para intentar contener la expansión del nitazeno.
Lo preocupante es que el mercado ilegal de drogas está en constante innovación. Cada vez que se regula o prohíbe un compuesto, aparecen nuevos derivados químicos que buscan eludir los controles. El nitazeno es solo el último ejemplo de esta carrera entre narcotraficantes y autoridades.
¿Qué se puede hacer?
El desafío ahora es doble: por un lado, detener el tráfico del nitazeno antes de que alcance una distribución masiva; por otro, educar a la población sobre los riesgos de consumir pastillas fuera de canales médicos oficiales. Las autoridades insisten en que cualquier fármaco adquirido en la calle o en internet podría estar adulterado.
Algunos especialistas también reclaman un mayor enfoque en la salud mental y en alternativas médicas seguras para el tratamiento del dolor, de modo que la dependencia de opioides se reduzca progresivamente. El caso de Mike Tyson, quien confesó haber usado fentanilo durante su carrera deportiva, es un ejemplo de cómo incluso las figuras públicas han recurrido a estas sustancias ante la falta de soluciones médicas más seguras.
Un futuro incierto
La historia del nitazeno apenas comienza, pero su potencial destructivo ya está claro. Si no se toman medidas rápidas y efectivas, podría convertirse en la próxima gran epidemia de drogas sintéticas en Estados Unidos. El país enfrenta un reto monumental para contener esta nueva amenaza, que parece superar incluso a la del fentanilo.
Por ahora, el mensaje de la DEA es claro: mantenerse alerta, evitar el consumo de medicamentos de dudosa procedencia y reforzar la cooperación internacional para frenar el tráfico de opioides ultrapotentes. El tiempo dirá si estas acciones son suficientes para salvar miles de vidas que hoy se encuentran en riesgo.
Información Cortesía de RT
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